martes, 3 de febrero de 2009

Los pulmones se me llenaron del dulce perfume que derramaba su cuerpo.



Sabía que los dos estábamos en peligro mortal. Podía notar otra vez el palpitar desbocado de mi corazón contra las costillas y la sangre latiendo caliente y rápida por mis venas. Los pulmones se me llenaron del dulce perfume que derramaba su cuerpo. Era como si nunca hubiera existido un agujero en mi pecho. Todo estaba perfecto, no curado sino como si desde el principio no hubiera habido una herida.

1 comentario:

  1. guapaa!!
    me paso rapido
    un besiiito
    ii qe me gusta mucho el blog como no me va a gustar es de crepsculo :)

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